Aprende a ser feliz con lo que tienes, ten siempre grandes metas que te llenen de entusiasmo.

Acepta las dificultades y reveses de la vida. La vida no es un plácido discurrir, en el que las cosas mejoran solas con el tiempo por arte de magia. Incluso lo que parece natural, es porque estás haciendo las cosas de un cierto modo -y no de otro. 

Aceptar lo que sucede, aceptar lo que no se puede cambiar, y reconocerse la capacidad de actuar sobre lo que si puede ser cambiado es fundamental. Por ejemplo, si pierdes tu empleo porque la empresa ha quebrado, normalmente no estará en tu mano hacer nada por cambiar eso y conservar tu empleo. Si tu puesto de trabajo está amenazado por cambios tecnológicos, si puedes formarte, aprender y desarrollar nuevas habilidades más adecuadas a un entorno en mutación. Y no valen las excusas tipo “es que soy demasiado viejo o jóven”, “es que la crisis” o “es que no hablo inglés”. Olvídate de aquello que no puedes cambiar.

Acepta que tienes el control sobre tus actos y sobre ti, y que tu situación dentro de 1, 5 o 10 años dependerá de lo que hagas desde ya.

Y recuerda:  jamás será un camino recto, fácil y sin tropiezos. Pero es que es el camino que lleva a donde quieres estar.  Que llegues exactamente a donde planeaste, o a otro sitio diferente, o que te lleve más tiempo de lo previsto, vale. Pero lo importante es seguir en el camino. 

 

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